Caminando hacia la playa se desvía por un camino que bordea
el acantilado, se para en una gran roca y se sienta con las piernas colgando.
Solo se oye chocar las olas y el graznar de las gaviotas. El viento la despeina
pero le da igual, cierra los ojos y siente el calor del sol en su piel, no
puede evitar sonreír.
Abre los ojos, se levanta y mira hacia abajo, no parece tan
alto. Se decide a saltar, la caída se le hace corta, la bofetada del mar le
sienta bien. Nada, bucea, flota…
Cuando se cansa y quiere salir se da cuenta de que no hay ningún
saliente del que agarrarse. Se acerca e intenta escalar, pero solo resbala. Nada
mar adentro para tener algo de perspectiva,
pero resulta en vano, no encuentra por dónde escalar y el cansancio la debilita,
cada vez le cuesta más mantenerse a flote y se empieza a desesperar...
Abre los ojos, se levanta y mira hacia abajo, no parece tan
alto, pero hoy tampoco es el día. Deshace el camino de vuelta a casa mientras piensa "a lo mejor
mañana me decido a saltar".
¡Que bueno Anita! Felicidades!
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