lunes, 28 de octubre de 2013

La hora del té

La nieve cubría las montañas, el conductor apenas distinguía la carretera y el reflejo del sol en el blanco paisaje no ayudaba.
-       -   Edgar querido ¿podrías tomar las curvas con más cuidado? Intento tomarme un té.
-       -  Si señora, disculpe.
-       -   La verdad es que no se por qué no podías tomar el té al llegar a la casa, Edgar solo te lo ha ofrecido por educación.
-        -  Pues si me lo ofrecen lo podré aceptar, digo yo.
El chofer retiró un momento la vista de la carretera para observar a sus pasajeros, cuando un conejo se cruzó en su camino. Un volantazo a tiempo evitó el atropello, pero la taza de té acabó derramada sobre la señora.
-         - ¡Edgar! ¿Se puede saber a qué juegas? Esto es un desastre, pienso informar a mi prima…
-         - Querida, tampoco es para tanto, solo es un poco de té.
-         -  ¿Un poco de té? ¿Solo un poco de té? Habéis elegido este dichoso camino para llevarme la contraria, yo quería ir viendo el río, y me hacéis ver estos malditos acantilados nevados… ¡Y encima voy a terminar acatarrada!
-         - Lo siento señora, ha sido un accidente, un animal se ha cruzado y…
-         - ¿Lo ves mi vida? Ha sido sin querer. Además, sabes que este es el camino más corto y Edgar lo conoce como la palma de su mano.
-         - Bueno, vale. Pero de todos modos no puedo presentarme así, tendré que cambiarme.
-         - ¿Cambiarte? ¿Ahora?
-         - Si claro, no querrás que enferme.
-         - Pero no sé, delante de Edgar…
-         - No digas tonterías, Edgar no va a mirar, está ocupado salvando animalitos…
-         - Pero querida, ¿no sería mejor que te mudases al llegar?
-         - Que pesado eres ¡Que no! Si tanto te preocupa, haz parar el coche y esperad fuera mientras me cambio.
-         - ¿Salir con la que está cayendo? Si con tanta nieve no se ve ni a un metro.
-         - ¡¡Pues que salga Edgar!!

El coche se detuvo a un lado y bajó el chofer, se paró frente a su puerta dando la espalda al vehículo.
-          
      . ¿Pero esta mujer que pretende? Que pille una pulmonía, seguro… ¡Si debemos estar a menos 10 grados!



-       -   Lo ves querida, ya estas lista, no hacía falta ponerse dramática.
-       -  Claro, como tú estas seco…
-       -   No digas bobadas, si solo ha sido una taza de nada.
-       -   ¿Solo una taza? ¿Solo una? ¡Pues toma!
-        -  ¿Pero qué haces? ¿Estás loca?
-        -  A ver si ahora te sigue pareciendo una bobada.
-        - ¿Por qué lo has hecho? ¿Cómo voy a presentarme así? ¡Me tendré que cambiar de ropa!

Un pequeño volantazo les hizo chocar el uno contra el otro.
-        
            -  Pero Edgar, ¿Qué pretendes?
-         -  Lo siento señora, ha sido un pequeño susto, no se preocupe, ya estamos llegando.
-         -  Madre mía, voy a necesitar un calmante, voy a llegar de los nervios. Querido ve preparándote.
-         - ¿Preparándome? ¡Pero si estoy empapado!

-         -  Sandeces, tú mismo lo has dicho. Solo ha sido una taza de nada.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Lo consiguió

Mientras se limpia la sangre de las manos silva una canción infantil. Se seca con una pequeña toalla en la que quedan los restos que el agua no se ha llevado. 
Piensa en ella, tan sonriente y alegre, contagiando a todos su felicidad, y como se transforma cuando están a solas. Como todo le molesta, todo le parece mal y no hace más que criticar. No le gusta la comida, ni que no haga la cama, pero ¿para que la va a hacer si en cuanto la vea la deshará diciendo que esta mal?
Como se pone por la maldita pasta de dientes... La cierra al recordarlo y repara en las manchas de la toalla, la deja en remojo, para que luego diga que no la escucha...
En la cocina friega el suelo a conciencia, utiliza lejía, disolvente y todo lo que encuentra a su paso, no deja ni rastro de sangre.
Cuando acaba y va a guardarlo todo ve su reflejo en un espejo y se sorprende, guantes de goma, un delantal, el cubo y la fregona, al final lo ha conseguido, le ha cambiado, ahora limpia lo que ensucia. Se ríe ante su reflejo, es una pena que ella ya no pueda ver lo que sus criticas han conseguido.

sábado, 6 de julio de 2013

Decisions


Caminando hacia la playa se desvía por un camino que bordea el acantilado, se para en una gran roca y se sienta con las piernas colgando. Solo se oye chocar las olas y el graznar de las gaviotas. El viento la despeina pero le da igual, cierra los ojos y siente el calor del sol en su piel, no puede evitar sonreír.

Abre los ojos, se levanta y mira hacia abajo, no parece tan alto. Se decide a saltar, la caída se le hace corta, la bofetada del mar le sienta bien. Nada, bucea, flota…

Cuando se cansa y quiere salir se da cuenta de que no hay ningún saliente del que agarrarse. Se acerca e intenta escalar, pero solo resbala. Nada mar adentro  para tener algo de perspectiva, pero resulta en vano, no encuentra por dónde escalar y el cansancio la debilita, cada vez le cuesta más mantenerse a flote y se empieza a desesperar...

Abre los ojos, se levanta y mira hacia abajo, no parece tan alto, pero hoy tampoco es el día. Deshace el camino de vuelta a casa mientras piensa "a lo mejor mañana me decido a saltar".

lunes, 17 de junio de 2013

En lo más hondo


El vaivén de la casa flotante ayudaba a conciliar el sueño, pero esa noche hacía demasiado calor. Las mosquiteras, que tan necesarias eran en las noches de verano, amortiguaban la brisa.
Se levantó y salió de la casa con un vaso de agua. La luna y las estrellas se reflejaban en el mar. Se sentó en una de las tumbonas del pequeño porche y en cuanto cerró los ojos se quedó dormido. Despertó sudando sin saber cuánto tiempo había pasado, todavía no había amanecido.
Nunca le había gustado bañarse de noche, pero el calor era sofocante. Pegó un gran salto y el frio contacto con el agua le reconfortó, no era tan horrible. Empezó a nadar y por fin se sumergió, la luz de la luna proporcionaba una claridad asombrosa bajo el agua. Siguió bajando y algo le rozo el pie, se giró pero no vio nada. Al poco rato lo volvió a notar, se dijo a si mismo que era la falta de aire, además empezaba a tener frío. Intentó subir, pero una corriente se lo impedía. Volvió a tocarle el pie y miró, pero seguía sin ver nada. Una fuerza que no sabía de dónde salía le impulso hacia arriba, ya estaba a punto de salir a la superficie cuando volvió a mirar tras él, una sombra oscura se le acercaba, intentó nadar más aprisa, pero los nervios se lo impidieron. Se giró de nuevo y pudo ver un par de brazos que no veía de donde salían, pero intentaban agarrarle. Empezó a patalear intentando zafarse de ellos, les dio un par de golpes pero no consiguió nada. Los dos brazos se convirtieron en cuatro, y estos cuatro en seis, no podía creer lo que estaba viendo, empezó a marearse y dejó de luchar, los brazos del mar se lo llevaron con ellos.

lunes, 21 de enero de 2013

Familia...


Estaba a punto de salir cuando Marco me agarró. Yo le grité que me dejara en paz. Me solté y empecé a andar, de pronto algo me golpeó la espalda, un libro. Me giré enfadado cuando empezó a gritarme que estaba loco y era un desagradecido. Encima de la mesa estaba el teléfono, lo cogí y se lo tiré, le dio en la frente, eso le enfadó más y deje de entender lo que me decía, se estaba poniendo morado, hablaba tan rápido que parecía no respirar. Sus manos se movían muy deprisa, la vena de su frente parecía crecer más cada segundo. Quería cerrar la puerta, pero me bloqueaba la salida. De pronto se tranquilizó:

- Solo dime la razón, ¿Por qué mataste a papá?

Entonces me dio la risa. 

- ¿Por qué? ¿Por qué? Porque era un cerdo
- ¿Y por qué me lo has contado?
- Porque tú eres igual de cerdo y avaricioso, pero no me parecía justo que murieras sin saber la verdad.
- ¡¿Morir?!

Se quedó pálido e intentó correr, pero ahora era yo quien bloqueaba la salida. Saqué el abrecartas y en su cara se dibujo el miedo, el mismo miedo que debía haber sentido mi padre.

Su pecho se lo tragó como un animal hambriento, la sangre empezó a brotar bañando la habitación. Esperé a su lado mientras se iba apagando. Retiré el abrecartas y me fui.

Mientras me duchaba lo decidí, la siguiente sería mamá, ya era hora de independizarme.