Sin abrir los ojos, en ese momento en que te acabas de
despertar pero te niegas a admitirlo, aprieto los parpados con fuerza,
esperando volverme a dormir, volver a estar a tu lado, volver a ese sueño en el
que la realidad es el verdadero sueño, en el que nada ha pasado y sigo junto a
ti. Y por primera vez lo consigo.
Estamos en la terraza, tomando el sol. Hemos sacado las dos
colchonetas de cuadros verdes y vamos moviéndolas
a medida que atardece para que la sombra de las barandillas no nos deje ninguna
marca. Pareces dormida, tienes los ojos cerrados, la respiración pausada, y una
media sonrisa en la cara. Yo como de costumbre no se estar callada, así que
empiezo a contarte todo lo que pasa por mi cabeza, desde la ropa que quiero que
me compres, hasta la cursilada más absurda que ha pasado por mi cabeza, sonríes,
pero me mandas callar. Casi no pasan coches por la calle, se puede oír a los pájaros
y el calor del sol es tan agradable que empiezo a quedarme dormida. Pero no, no
quiero dormirme, eso puede significar despertarme y ya no tenerte a mi lado,
así que abro los ojos.
Al abrirlos estamos en el mercadillo, en medio de un montón
de gente. Las gitanas de los puestos te saludan, te reconocen, vamos de aquí
para allá, yo voy correteando detrás de ti, con miedo a perderte de vista entre
tanta gente. Te encuentras con tus amigas, te paras, las saludas, yo estoy a tu
lado, aburrida, muerta de calor, deseando que nos hubiésemos parado a la sombra.
De pronto estamos en casa, en la cocina. Tu estas
planchando, y yo sentada en un taburete de la cocina vuelvo a contarte mil tonterías.
No me callo, soy pesada y te repito lo mismo cientos de veces, pero tú las
escuchas todas. Te ayudo a doblar las sabanas de tu cama, me llevo mi ropa a mi
cuarto, pero vuelvo corriendo por el pasillo, antes de que Álvaro o Vidu empiecen
a contarte algo y no me dejen interrumpirles. Llego tarde, Álvaro está hablando
contigo. Me voy a mi cuarto, pongo música y me pongo a jugar con Vidu,
bailamos, nos reímos y nos peleamos, al final nos mandas quitar el CD y poner
la mesa, vamos a cenar.
Papá llega de trabajar, es tarde y estamos en pijama.
Salimos corriendo para saludarle, y nos dice que no le achuchemos, que hace
mucho calor. Se va a dar un baño en la piscina, y nosotros vamos corriendo a
pedirte permiso para bajar con él. Al final, para que te dejemos en paz,
accedes, pero tenemos que ponernos un gorro de piscina, que ya estamos duchados
y nos hemos lavado el pelo. Es un baño rápido, en cuanto volvemos a casa,
pijama y a la cama.
Ahora volvemos a estar en la terraza, yo llevo mis patines
de Tom&Jerry, Álvaro está con su patinete, y Vidu juega con su baby born. Tú
te pones los patines de Álvaro, y bajamos al parking. Damos vueltas a las
columnas, nos inventamos circuitos y hacemos carreras, nos caemos, nos levantamos,
ganamos, perdemos, jugamos.
Al volver a casa me mandas a la ducha, yo no quiero, así que
cojo un libro, el pijama y me voy al cuarto de baño. Cierro la puerta, abro el
grifo y me siento a leer mientras oigo el agua caer. Vidu llama a la puerta, le
has dicho que me avise de que acabe de una vez o me quitaras el agua caliente.
Cierro el grifo me pongo el pijama, escondo el libro y salgo. Cuando llego al
cuarto de estar estás cosiendo en tu butaca azul, me dices que me acerque y te
das cuentas de que no me he duchado, me riñes, me quitas el libro y me mandas
otra vez a la ducha.
De repente oigo un despertador lejano, empiezo a despertar,
no quiero, vuelvo a apretar los ojos con fuerza, pero esta vez no funciona,
estoy en la cama, sigo sin abrir los ojos, aunque sé que no vas a estar, no
quiero que te vayas todavía.
Tengo que abrirlos, tengo que apagar el despertador. Salgo
de la cama, aparto las cortinas, abro la ventana, y hace un día estupendo, hace
sol y el cielo está azul, me recuerda a ti. Sonrío y empiezo el día, con el dulce sabor del engaño de
haberte tenido un ratito más conmigo. ¡Feliz cumpleaños!
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