La nieve cubría las montañas, el conductor apenas distinguía
la carretera y el reflejo del sol en el blanco paisaje no ayudaba.
- - Edgar querido ¿podrías tomar las curvas con más cuidado?
Intento tomarme un té.
- - Si señora, disculpe.
- - La verdad es que no se por qué no podías tomar el té al
llegar a la casa, Edgar solo te lo ha ofrecido por educación.
- - Pues si me lo ofrecen lo podré aceptar, digo yo.
El chofer retiró un momento la vista de la carretera para
observar a sus pasajeros, cuando un conejo se cruzó en su camino. Un volantazo
a tiempo evitó el atropello, pero la taza de té acabó derramada sobre la
señora.
- - ¡Edgar! ¿Se puede saber a qué juegas? Esto es un desastre,
pienso informar a mi prima…
- - Querida, tampoco es para tanto, solo es un poco de té.
- - ¿Un poco de té? ¿Solo un poco de té? Habéis elegido este
dichoso camino para llevarme la contraria, yo quería ir viendo el río, y me
hacéis ver estos malditos acantilados nevados… ¡Y encima voy a terminar
acatarrada!
- - Lo siento señora, ha sido un accidente, un animal se ha
cruzado y…
- - ¿Lo ves mi vida? Ha sido sin querer. Además, sabes que este
es el camino más corto y Edgar lo conoce como la palma de su mano.
- - Bueno, vale. Pero de todos modos no puedo presentarme así,
tendré que cambiarme.
- - ¿Cambiarte? ¿Ahora?
- - Si claro, no querrás que enferme.
- - Pero no sé, delante de Edgar…
- - No digas tonterías, Edgar no va a mirar, está ocupado
salvando animalitos…
- - Pero querida, ¿no sería mejor que te mudases al llegar?
- - Que pesado eres ¡Que no! Si tanto te preocupa, haz parar el
coche y esperad fuera mientras me cambio.
- - ¿Salir con la que está cayendo? Si con tanta nieve no se ve
ni a un metro.
- - ¡¡Pues que salga Edgar!!
El coche se detuvo a un lado y bajó el chofer, se paró
frente a su puerta dando la espalda al vehículo.
-
. ¿Pero esta mujer que pretende? Que pille una pulmonía,
seguro… ¡Si debemos estar a menos 10 grados!
- - Lo ves querida, ya estas lista, no hacía falta ponerse
dramática.
- - Claro, como tú estas seco…
- - No digas bobadas, si solo ha sido una taza de nada.
- - ¿Solo una taza? ¿Solo una? ¡Pues toma!
- - ¿Pero qué haces? ¿Estás loca?
- - A ver si ahora te sigue pareciendo una bobada.
- - ¿Por qué lo has hecho? ¿Cómo voy a presentarme así? ¡Me
tendré que cambiar de ropa!
Un pequeño volantazo les hizo chocar el uno contra el otro.
-
- Pero Edgar, ¿Qué pretendes?
- - Lo siento señora, ha sido un pequeño susto, no se preocupe,
ya estamos llegando.
- - Madre mía, voy a necesitar un calmante, voy a llegar de los
nervios. Querido ve preparándote.
- - ¿Preparándome? ¡Pero si estoy empapado!
- - Sandeces, tú mismo lo has dicho. Solo ha sido una taza de
nada.